AMÉRICA DEL SUR PROSIGUE EN LA BATALLA

 

 

 

J. Rigoberto Lorence

Las movilizaciones de masas que ocurren en América del sur han convertido al subcontinente en el principal foco de lucha de los pueblos de todo el mundo por la libertad. La atención de las naciones se ha centrado en los hechos que pasan a diario en esos países del cono sur.

Colombia, un país gobernado por una oligarquía muy conservadora, dominada por los terratenientes, se estremece actualmente por las jornadas que encabezan sus obreros sindicalizados y sus estudiantes. El gobierno colombiano actual es continuador de la política del expresidente Alvaro Uribe, quien se ha distinguido por su opinión favorable a las políticas más conservadoras.

Por lo demás, Alvaro Uribe es el líder real del poder fáctico en Colombia, conformado por la alianza entre terratenientes, narcotraficantes y fuerzas paramilitares que imponen el terror en todos los ámbitos, y que han sometido a base de violencia y asesinatos a los sectores populares de ese país.

Además de la lucha por echar atrás algunas reformas que se contemplan en el programa de Iván Duque –el presidente actual, de origen uribista– el movimiento popular en Colombia está exigiendo el cumplimiento de los acuerdos de La Habana, que pusieron punto final a la guerra civil con las FARC, y el cese de la represión a los grupos indígenas y campesinos de ese país.

Recordemos que la guerra civil en Colombia ha durado más de medio siglo, desde las lejanas épocas en las que Manuel Marulanda se alzó en armas contra la represión, y fundó la legendaria República de Marquetalia. Actualmente, solo prosigue el ELN las operaciones militares insurgentes.

Las demandas populares del cumplimiento de acuerdos con las FARC unen el presente con el pasado de la lucha colombiana. Anteriormente, las guerrillas captaban a la mayoría de los jóvenes que decidían luchar por la libertad, dotando de gran fuerza y penetración a los grupos rebeldes.

Al desmovilizarse las FARC, se convirtieron en partido político que compitió sin mucho éxito en las pasadas elecciones. Solo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) sigue batallando en las montañas, y a pesar de su aislamiento, no ha sido derrotado por las fuerzas del gobierno, asesoradas y abastecidas por el US Army.

Por cierto, Colombia es el único país miembro de la OTAN –bloque militar encabezado por USA—que está pasando por estos episodios. Aunque, en opinión de Emmanuel Macrón –presidente de Francia—el organismo militar noratlántico “sufre de muerte cerebral”. Así lo declaró y por algo lo habrá dicho.

El gobierno de Iván Duque ha mostrado mucha torpeza en el manejo de la crisis. No entiende la profundidad de la misma. Por ejemplo, propone que al diálogo entre los sectores movilizados y su gobierno, se integren los sectores empresariales, en un torpe intento por mayoritear a los sectores populares, tanto como para desvirtuar el contenido del movimiento.

El gabinete de Duque –además de muy conservador y derechista– es neoliberal, y todo mundo lo sabe. Por lo mismo, al proponer que sus aliados empresarios se integren al diálogo en condiciones paritarias con el movimiento popular, equivale a derrotar de antemano los esfuerzos de las bases movilizadas.

La respuesta del movimiento ha sido clara y contundente: los empresarios no se pueden integrar al diálogo porque ellos no convocaron a los actos de protesta. Y acto seguido, el movimiento continuó con la dinámica propia de su movilización.

En el fondo, se trata de una prueba de fuerza entre el movimiento popular y el gobierno. Una batalla que no solo ocupa las calles de las principales ciudades de Colombia, sino los medios y las redes sociales. Iván Duque no ha dado muestras de ninguna habilidad para enfrentar la crisis, que en las actuales condiciones se puede extender tanto como la movilización en Chile, que ya dura más de cuarenta días, desde el 18 de octubre.

LA DURA RESISTENCIA POPULAR EN CHILE
Todos los sectores políticos de Chile calcularon que, con el acuerdo de convocar a un plebiscito para crear una Asamblea Constituyente, las movilizaciones obrero-estudiantiles-indígenas chilenas se detendrían por un tiempo y darían un respiro al gobierno de Sebastián Piñera. Pero no ha sido así.

Es probable que, en las nuevas condiciones, ni siquiera la renuncia de Piñera a la Presidencia del país logre calmar los ánimos. Su aceptación es muy baja entre la población. Nadie previó a su debido tiempo la energía y vitalidad del movimiento en Chile (solo comparable al movimiento estudiantil mexicano de hace 50 años).

La diferencia, en este caso, es que los sectores populares de Chile son muy cultos, han estudiado bien su propia historia y reúnen gran experiencia en diversas formas de lucha. Y no tienen ninguna intención de vender su movimiento por cacahuates.

Resumiendo el cuadro en América del Sur podríamos señalar:
– Colombia se incorpora al gran movimiento por la liberación de América Latina.
– En Bolivia, el MAS de Evo Morales se dispone a competir y ganar las nuevas elecciones, convocadas por los golpistas. Ya se perfila Andrónico Rodríguez –un joven dirigente cocalero—como candidato del MAS al gobierno de Bolivia.
– En Argentina, la izquierda retoma el poder presidencial.
– En Uruguay el Frente Amplio sufrió un retroceso en la segunda vuelta.
– En Ecuador se mantiene viva la llama de la insurgencia indígena y popular.
– En México se consolida un gobierno popular que avanza en todos los órdenes, a pesar de las difíciles condiciones por las que atraviesa.

Es, sin duda, un panorama muy similar al que se presentó en toda América Latina, hace dos siglos, cuando todos los pueblos despertaron y se levantaron en un solo empuje, en busca de su Independencia respecto al yugo español.

 

 

Sobre Rigoberto Lorence 102 artículos
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.

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