EL VOTO ANULADO

José Luis Urióstegui Salgado

 

Cuernavaca, Morelos, junio 21 de 2015.

Sin lugar a dudas esta elección sumó más votos anulados que las anteriores, pero no bastó con que los electores y las electoras cruzaran toda la boleta o marcaran dos o más partidos, muchas personas no se limitaron a anular, dejaron mensajes escritos en los que se refleja el hartazgo con partidos y políticos, lo menos que hicieron fue tacharlos de corruptos, ineficaces o alejados de la población, otros fueron soeces o irónicos.

 

El voto anulado implica el deseo de quien lo hace de evitar aportarlo a un partido o candidato, es una forma de rechazar a todos y mostrar inconformidad; dice Denise Dresser, citando a José Antonio Crespo, que si los partidos no postulan a sus mejores integrantes para los cargos de elección popular sino a aquéllos que responden mejor a sus intereses, están proponiendo a los electores a los menos malos, pone de ejemplo que alguien acuda a un lugar donde venden fruta y opte por la fruta menos podrida, en lugar de exigirle al vendedor que cree las mejores condiciones para vender siempre fruta fresca. Esto precisamente ocurre en el proceso electoral, los partidos políticos que acaparan el mercado de las candidaturas proponen a quienes desean no a los que esperan los electores, de tal manera que solamente aparecen en la boleta los nombres de las personas que los partidos quisieron, lo cual representa una oferta que limita a los compradores pues solamente pueden escoger de lo que hay y no de lo que ellos desean, que saben que existe pero no aparece en la oferta.

 

En teoría el procedimiento de selección interna de los partidos que contempla y regula la ley debería servir para que cada uno de ellos abriera la oportunidad a cualquier persona de inscribirse y ser postulada, siempre y cuando satisfaga no solo los requisitos de ley, sino los de honorabilidad y honestidad, que son los que más demanda el servicio público, sin embargo, dichos procedimientos solamente han servido para generar división interna y molestia en los aspirantes que ven evaporarse sus anhelos de candidatura debido a los intereses de las cúpulas partidistas que no dejan pasar a aquéllos que no siendo afines a su proyectos si pudieran representar mejor a sus militantes y simpatizantes. Si cada partido postulara a las mejores personas como candidatas la gente podría elegir de entre ellas al mejor de los mejores, y no al menos malo de los propuestos como ahora sucede.

 

La experiencia de esta elección muestra que como los electores no se sienten identificados con los candidatos propuestos por los partidos, han decidido votar por quienes no están vinculados a un logo partidista o han tomado la boleta expresando su voluntad de anular el voto evidenciando su enojo y rechazo, lo preocupante es que cada día son más los que así actúan y luego, al no sentirse representados por los candidatos ganadores, dejan de participar en las consultas y toma de decisiones públicas dejando el campo abierto para la actuación discrecional, la corrupción y la simulación.

 

Si los partidos no cambian su forma de elegir a sus candidatos, los electores optarán por votar a los ciudadanos sin partido, pues las candidaturas independientes parecen ser el remedio a los defectos del sistema electoral tradicional. Seguramente la próxima elección nos dará más sorpresas en todo el país.

 

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