La mota: 99 años errando e insistimos

 

 

 

 

Por Iván Ureña

 

 

Cuando se hacen tonterías, éstas por lo menos deben dar resultado. (Napoleón)

 

 

Se prohibió sin base científica

“Una de las manías más perniciosas de nuestro pueblo [debe eliminarse]” así en 1920, se prohibió la marihuana en nuestro país, no hubo un estudio serio, se actuó más  con prejuicios que con pruebas científicas. Aún en la actualidad, no se tiene registrada ninguna muerte por sobredosis de esta planta. Cosa muy distinta de otros productos, ésos sí legales, pero que generan miles de muertes cada año tan sólo en México: el tabaco 43 mil, alcohol 12 mil,  los refrescos azucarados 4 mil.

Contexto histórico: un suculento mercado

 

Esta hierba fue esencial para la navegación, por siglos el 90 por ciento de las cuerdas que se utilizaban eran elaboradas con este material. Hasta 1937 las pinturas y barnices de calidad estaban hechos de aceite de semilla de cáñamo. También se elaboraban telas y ropa.

 

El primer Modelo-T de Ford utilizó gasolina de cáñamo para funcionar, la tapicería y otras piezas eran de ese material.

 

Una hectárea cultivada con cáñamo produce 4 veces más papel que una de árboles, y el proceso de extracción requiere de entre 4 y 7 veces menor esfuerzo en maquinaria, lo cual se traduce a su vez en menor contaminación. Por eso en 1916 el Departamento de Agricultura de EE.UU. predijo que para 1940 todo el papel procedería del cáñamo, lo cual implicaría que no se tendrían que talar más árboles ni bosques.

 

Igualmente, de 1850 a 1937, lo más recetado en EEUU eran los medicamentos en base a cannabis.

 

La conspiración para prohibir el cáñamo

En la década de los treinta, se patentaron los procesos de fabricación de plásticos a partir del petróleo y el carbón. Productos sintéticos que iban a enfrentar una dura competencia del cáñamo, se calcula el 80 por ciento de los negocios de Dupont.

 

Al mismo tiempo, Randolph Hearst, quien debía gran parte de su fortuna a la producción de papel a través de la industria maderera, estaba interesado en eliminar cualquier competencia con el papel de cáñamo mexicano. Con la invención de la descortezadora, el cáñamo se había convertido en un sustituto muy barato.

 

A la misma causa se sumó la industria farmacéutica, por entonces había múltiples usos medicinales del cannabis, quería evitar que el público pudiera cultivar su propia medicina.

 

El principal accionista de Dupont, Andrew Mellon, se convirtió en Secretario del Tesoro de Hoover y desde ese puesto designó a su futuro sobrino político, Harry J. Anslinger, para dirigir la Oficina Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas; por su parte, Hearst orquestó una campaña mediática en sus periódicos contra la planta con el beneplácito de las farmacéuticas: el cáñamo fue declarado peligroso y tomaron la palabra “marihuana” usada en México, para satanizar el producto. Estos astutos empresarios se quedaron con el mercado que surtía o podía surtir el cáñamo.

 

Los inversionistas de Dupont se convirtieron en multimillonarios y la empresa en una poderosa multinacional. Hearst conservó su imperio y las farmacéuticas expandieron su negocio.

 

El Dr. James Woodward, médico y abogado, testificó muy tarde en nombre de la Asociación Médica Americana. Le dijo al comité que la razón por la que la AMA no había denunciado antes la Ley de Prohibición de la Marihuana, fue porque la Asociación acababa de averiguar que la marihuana era el cáñamo.

 

El daño estaba hecho, pero no sólo prohibieron esa planta milenaria: la criminalizaron.

El resultado: disputas por el mercado, fortunas amasadas con el comercio clandestino, prisiones llenas, corrupción en los cuerpos policíacos, matanzas, y por años, gasto público millonario para combatir a los mariguaneros, sin que nadie medianamente sensato diga que seguir por esa vía garantiza una solución al problema.

 

Un incongruente y sin autoridad moral tiene razón

Vicente Fox, quien como Presidente de la República, no hizo lo que ahora reclama; pide, con su estilo coloquial y dicharachero, la  legalización de la marihuana, «es la forma de pacificar al país, no es el Ejército ni los garrotazos», ya hasta tiene un espacio reservado para su cultivo e investigación.

 

Paradójicamente, también el ex presidente Zedillo está por la legalización, igualmente que Calderón, a pesar de que ambos como mandatarios tuvieron la oportunidad y no la aprovecharon, aunque con el panista se iniciaron los primeros pasos para despenalizar su consumo.

 

Quitarle el ilegal y lucrativo negocio a los criminales

Por su naturaleza ilegal, es complicado calcular el valor total del marcado de la marihuana, pero según el Instituto Mexicano para la Competitividad deja ganancias a los traficantes por alrededor de 2 mil millones de dólares anuales.

 

Muchos se oponen a la legalización de toda la cadena productiva: producción, transporte y venta, argumentan que eso no resolvería el problema de criminalidad que hay en el país, quizás tengan razón, pero parcialmente, porque quitarle ese lucrativo negocio a los criminales, es el camino correcto para combatirlos, además se generarían oportunidades de negocio de por lo menos 2 mil millones de dólares, un monto nada despreciable.

 

Adicionalmente, si ya en otras partes del mundo, se está legalizando, incluyendo varios estados del vecino país del norte, el cual en buena medida nos impuso esa restricción, y finalmente si ya llevamos 99 años por esa política pública y no hay visos de solución, lo correcto es probar otra, ¿acaso es mucho pedir?

 

La regulación que rigiese el uso lúdico de la marihuana, debiera ser similar al tabaco o alcohol, pago de impuestos especiales, venta sólo a mayores de edad y regular que los lugares públicos donde se pueda consumir cuenten con un permiso adicional, como ahora se exige para las áreas de fumadores. Lo real, el tabaco, alcohol y los refrescos son mucho más mortíferos y son legales; por qué no hacer lo mismo con el cannabis para uso recreativo, que si a las pruebas no vamos, nunca ha matado un solo consumidor.

 

Cada persona en uso de su libertad, una vez legal, tendría la oportunidad de participar en el eslabón del proceso productivo que desee. Así de fácil y sencillo. Si Fox lo hace en el cultivo, a un servidor le interesaría en el empaquetado. ¿Usted qué opina?

 

 

Comentarios ivanure@hotmail.com

 

 

 

 

Sobre Iván Ureña 301 artículos
Premio Nacional de Periodismo 2017. Premio Estatal de Periodismo Morelos 2012, empresario y maestro en Economía por el ITAM. Funcionario en Banobras, Hacienda y Secofi.

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