Los países ricos en la ruta de la muerte

 

 

Rigoberto Lorence

La pandemia que azota actualmente a la humanidad ha estado afectando en mayor medida a los países occidentales más avanzados, por razones que aún no han sido claramente definidas, pero que se basan en la estructura de las sociedades que, tradicionalmente, han puesto énfasis en la iniciativa individual, más que en el esfuerzo de la colectividad.

 

Las cifras al momento son:

  • Italia: 132 mil 547 infectados y 16 mil 523 muertos.

  • España: 135 mil 032 infectados y 13 mil 127 muertos.

  • USA: 347 mil 03 infectados y 10 mil 335 muertos.

  • Francia: 82 mil infectados y 8 mil 891 muertos

  • Gran Bretaña: 41 mil 903 infectados y 6 mil 861 muertos.

  • Irán: 58 mil 326 infectados y 3 mil 603 muertos.

  • China: 81 mil infectados y 3 mil 260 muertos, y

  • Alemania: 90 mil infectados y 1 mil 017 muertos.

 

  • (Estos datos corresponden al 6 de abril. Seguirán aumentando sin duda. Pero las tendencias continuarán aproximadamente con el mismo ritmo. Fuentes: Noticias de China; BBC; RT; Hispan TV)).

 

A la fecha, la cifra de enfermos por este patógeno se eleva a más de 1 millón 200 mil en todo el mundo, en tanto los fallecidos son más de 70 mil. Los ocho países que hemos citado engloban a la enorme mayoría de los muertos (más del 80 por ciento). El restante 20 por ciento se reparte entre más de 180 países.

 

Por lo tanto, podemos decir que el virus ha anidado en estas sociedades y ha generado graves pérdidas, las cuales seguirán aumentando a pesar de los enormes esfuerzos que sus gobiernos despliegan. A la crisis sanitaria se agrega hoy el colapso de las instituciones financieras.

 

La pandemia comenzó en Wuhan, China, a principios de este año. Generó más de 80 mil enfermos, y unos 3 mil 260 muertos. El virus no tocó las ciudades chinas de Pekín ni Shanghai.  A la fecha, el patógeno ya ha sido aislado y no se han presentado nuevos casos. De lo que hoy se cuida la sociedad china es de no infectarse con los casos “importados”, o sea con los virus que traen eventualmente los extranjeros que por cualquier causa visitan el país.

 

De China el virus saltó a Corea y Japón, países que tampoco fueron demasiado afectados. Pero al invadir Europa Occidental, el virus encontró campo fértil y enfermó a muchos países, generando el desastre que anotamos, y que no tiene para cuando contenerse.

 

Es muy notorio que el patógeno infectó la parte norte de Italia, la más desarrollada del país. Lombardía es la región más septentrional de Italia, y agrupa a las ciudades más prósperas, ricas e industrializadas, como Milán. Por el contrario, el sur de Italia es pobre y atrasado, incluyendo Sicilia y otras regiones agrarias del sur itálico. Esta diferenciación ha sido tradicional en la política y la economía de ese país. Italia es en el norte, un país de primer mundo, mientras el sur es tercermundista.

 

Puede ser casualidad que la pandemia haya golpeado más a los países ricos (o a las regiones más prósperas).  Pero debemos subrayar que la conectividad de los países es fundamental para el desarrollo de la enfermedad. La parte menos conectada de Italia se mantuvo relativamente a salvo de la enfermedad.

 

USA, por su parte, se ha convertido en el epicentro actual de la enfermedad. Los cálculos más conservadores anotan a una cifra que puede variar entre 100 mil y 200 mil muertes de estadunidenses en el curso de esta pandemia. La zona más afectada es Nueva York, el centro financiero del país, una de las ciudades más ricas del mundo y desde donde se deciden los más importantes temas del mundo financiero globalizado.

 

Otro país muy golpeado es España. El número de sus contagiados y sus muertos se parece mucho a los de Italia. En general, Europa occidental ha sido altamente vulnerable a la enfermedad, y el número de contagios no deja de crecer.

 

Uno de los rasgos peculiares de los países industriales de Occidente y USA es que no tienen sistemas confiables de salud pública. En Europa porque los gobiernos neoliberales privatizaron todo, a raíz del thatcherismo, incluyendo los sistemas de salud, y hoy la historia les cobra la factura.

 

En USA, Bernie Sanders ha condenado que cientos de jóvenes estadunidenses mueran porque no pueden pagar un seguro médico. De hecho, su programa de gobierno apuntaba a dotar a todo ciudadano de USA de servicio médico gratuito, pagado por el gobierno.

 

Los caciques del Partido Demócrata le impidieron –hasta la fecha—seguir a la cabeza de las preferencias, y hoy el taimado Joe Biden –especulando con el voto afroamericano, herencia de Obama—se ha situado a la cabeza de los sondeos.

 

Es increíble la maraña de intereses burocráticos en USA que fueron la causa directa de que no se impidiera a tiempo la expansión del virus. Al principio, la coordinación del combate a la pandemia se puso en manos de un departamento del gobierno federal, al cual por jerarquía nadie le hacía caso. Cuando empezaron a reaccionar, ya el virus les había comido el tiempo.

 

La falta de solidaridad humana no solo consiste en el espíritu individualista, en la ambición de riqueza y poder pasando sobre los demás. También se han manifestado en los celos burocráticos entre las dependencias federales y estatales, las cuales se creen en serio lo de la soberanía estatal, y han impedido que se establezca una mediana coordinación de esfuerzos.

 

En México la curva de contagios será menor. Porque no estamos en el ombligo del universo en materia de conectividad. Y porque tenemos –aunque muy debilitados–  ISSSTE, IMSS y los servicios médicos que se disponen a proporcionar el ejército y la marina armada de México.

 

Por cierto, México tiene 42 muertos y la tasa menor de defunciones por habitante en América Latina. El de tasa más alta es Ecuador, cuyos hospitales han colapsado por la debilidad de sus instalaciones; Brasil, con 359 muertos y Argentina con 42 son los más afectados.

 

Esperemos que México no siga la ruta de la muerte.

 

 

Sobre Rigoberto Lorence 102 artículos
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UNAM. Militante de las organizaciones democráticas y revolucionarias de México desde hace unos 40 años. Ha impartido cursos de reportaje, redacción y otras áreas dentro del periodismo.

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