Los susurros del espíritu

 

 

Gerardo Fernández Casanova

Reproduzco una conversación con un joven universitario, a manera de ficción realista: -es verdad amigo, nos sentimos como una juventud castrada; desde los noventas buscábamos chamba en los avisos de ocasión de los diarios y encontrábamos la advertencia: “Se requieren profesionistas jóvenes; egresados de la UNAM o el IPN, absténgase de acudir”. Nos cerraban el futuro por revoltosos, aunque estuviéramos bien preparados. Luego quisieron hacernos pagar por la educación y todavía nos quedaban arrestos para movilizarnos y protestar, pero luego de varios meses de resistencia activa vino la represión, el ejército disfrazado de policía ocupó el campus universitario, y no pudimos responder, el desgaste era mucho. A partir de entonces, los halcones recibieron credencial de universitarios y funcionaron como porros en las facultades, las preparatorias y los CCH. Los académicos también fueron reprimidos o cooptados; la libertad de cátedra cedió ante la zanahoria de los incentivos económicos o el garrote de la congelación profesional. La educación sólo debería producir “buenos empleados de las empresas” y, ya ves los anuncios de empleos: nos rechazaban desde antes de presentarnos-

 

-Cualquier situación que nos convocaba a participar se frustraba: una bola de dizque extremistas (en realidad porros) armaba el pedo y nos quedábamos con las ganas de participar. Entre represión y desprestigio nos tuvimos que morder lo que te platiqué y aguantar en silencio. Pequeños grupos nos animábamos a concurrir a algunas manifestaciones, pero el grueso se abstuvo; incluso en las movilizaciones del Peje nos abstuvimos, ya se nos habían adelantado los porros y preferimos deslindarnos y actuar como simples individuos. Nos dio vergüenza que en la Ibero fueran más valientes y corretearan al Peña Nieto y formaran su #Yo soy 132; los dejamos solos-

 

-Tiene razón el Presidente López Obrador, nos hicieron neoliberales e individualistas: cada quien para su santo. Eso fue lo que nos enseñaron y así lo vimos por todos lados; en la tele, en el cine en las reuniones de amigos, incluso en las familias, cuantimás en la escuela.-

 

– En la universidad nos dimos cuenta que el que tiene más saliva traga más pinole y, ni modo y ni manera, dijo Pánfilo Natera; aprendimos que el que no transa no avanza, y tantos otros dichos que sustituyeron las clases de filosofía y de economía, no se diga derecho. Todos, en lo individual, somos lopezobradoristas, estamos con la 4T; lo vivimos en nuestras casas y con los amigos, pero hasta ahí; hay que asegurar la papa y así, calladitos nos vemos más bonitos.-

 

-Fíjate, amigo, año con año hay carretonadas de rechazados que nos reclaman solidaridad. ¿Tú crees que podemos arriesgar nuestro espacio para darlo a otros? No. Ya no cabemos en las aulas; el presupuesto es para los lujos y privilegios de los peces gordos, esas camionetonas, los sueldasos, las oficinotas y demás superficialidades sólo comprueban los dichos de la filosofía popular neoliberal (¡Vaya contradicción¡). Sí, le vamos al Pumas, pero nada significa para nosotros; es puro negocio y atole con el dedo para sentirnos competitivos.-

 

A mí me tocó vivir otra universidad –digo yo- y aunque estudié ingeniería química y éramos medio conservas, nos identificábamos con causas justas; pugnamos por la humanización de nuestra formación profesional. Yo lo viví con gran intensidad porque fui dirigente estudiantil a nivel nacional e internacional. Dábamos nuestra lucha, pero de repente se apareció el MURO a romper todo y a imponer su premisa dizque cristiana pero muy anticomunista; luego vino el 68 y participamos. Crearon la materia de “Relaciones Humanas” y me tocó ser el primer profesor de la materia por la que habíamos empujado; mi texto eran los periódicos diarios para leer en la clase y discutirlos; la audiencia rebasó el aula originalmente asignada. Me sumé con el Ing. Castillo y arropé al Consejo de Huelga de la Facultad en las oficinas de la Asociación de la Industria Química (ANIQ).  

 

Creo que la UNAM merece volver a hablar por nuestro espíritu. Basta ya de susurros: la historia que hoy vive México no se comprende sin los universitarios.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

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