Migración, una roca en el camino

 

 

 

Gerardo Fernández Casanova

La semana pasada hice una relación de la magnitud de asuntos graves que la administración del Presidente López Obrador ha venido afrontando con inusitado éxito, pero me reservé para este artículo escribir sobre aquellos asuntos que implican el optar entre inconvenientes  -verdaderas rocas del camino- cuya solución está más allá de la capacidad y la voluntad del Presidente. El conflicto provocado por la migración internacional que llega a México de paso a los Estados Unidos, cuya magnitud alcanzó niveles sin precedentes durante la primera mitad del año pasado, principalmente la proveniente del llamado Triángulo Norte de Centroamérica.

 

Desde la campaña electoral AMLO fijó una postura clara en el sentido de que la única solución al problema de la migración consiste en la promoción eficaz del desarrollo en los países de origen, así como que la posibilidad de migrar es un derecho humano a respetar en todo el mundo; incluso declaró que México sería cabal en el respeto a tal derecho. Es posible que tal postura alentase la formación de caravanas multitudinarias para emprender el camino hacia el “sueño americano” a través del territorio mexicano, aunque no se descartan otras razones de oscura finalidad política.

 

En el fondo la realidad es que en esos países son vigentes las verdaderas causas de la migración: la violencia criminal y la carencia de expectativas económicas, ambas suficientes para convocar a las multitudes que se movilizan. En Honduras se registra, además, una sinrazón de violencia política producto del fraude electoral.

 

El asunto es que, por angas o por mangas, se desató un aluvión migrante fuera de toda capacidad de control de la autoridad mexicana, que concentró en la frontera con USA a casi 150,000 demandantes de asilo en ese país y provocó que, con su habitual sutileza troglodítica, Mr. Trump amenazara a México con la imposición general de aranceles a la importación de mercancías mexicanas entre 5 y 25%, suficientes para provocar una terrible desestabilización a la economía nacional, en perjuicio de los sectores más necesitados del país y del proyecto de la 4T. La espada de Damocles y el garrote del troglodita.

 

El Presidente trazó una estrategia de dos opciones: envió al Canciller Ebrard a Washington a negociar una salida y convocó a una gran movilización de unidad nacional y una concentración para el sábado siguiente en Tijuana, justo en la frontera con USA. Por fortuna privó la negociación con el compromiso mexicano de contener el flujo migratorio en un plazo de 45 días, siempre con la debida observancia de los derechos humanos; con fórceps USA se comprometió a aportar recursos para el plan de desarrollo promovido por México y la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL). Resuelto el problema en lo inmediato, la reunión de Tijuana redujo su beligerancia y las aguas se calmaron, pero el atorón fue serio.

 

El gobierno de México se vio obligado a aplicar medidas de retención en su frontera sur similares a las que protesta por su aplicación por la Border Patrol en la frontera norte  contra la emigración mexicana; la realidad de la asimetría de fuerzas se impuso y se tuvo que aplicar a la recién estrenada Guardia Nacional para controlar la frontera con Guatemala.

 

Desde luego, no ha sido una perita en dulce pero se ha logrado contener la avalancha sin exceso de violencia y, en buena medida, respetando los derechos humanos, obligando al paso ordenado de los demandantes y aplicando la ley mexicana para documentar y colocarlos en estaciones de alojamiento que distan mucho de ser un centro turístico. Se ofrecen oportunidades de trabajo y permanencia aunque al migrante sólo le interesa llegar al “sueño americano”.

 

El gobierno mexicano ha entregado apoyos a El Salvador y a Honduras para instrumentar su programa Sembrando Vida (reforestación pagada) en la medida de sus escasos recursos, más como una muestra de congruencia con la convocatoria internacional lanzada para el efecto que, hay que reconocer, no ha logrado la respuesta buscada.

 

Pero es más de lamentarse la andanada de críticas que vomitan muchas organizaciones defensoras de derechos humanos contra la acción gubernamental. Acaso ignoran el efecto de la amenaza trumpiana o la suponen simple llamarada de petate; más vale no averiguarlo. Ni modo es el menos malo de los inconvenientes reales.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

 

 

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