MORELOS, LA OPORTUNIDAD PERDIDA

Gerardo Fernández Casanova

El 3 de Octubre de 2012 escribí un artículo titulado “La Hora de Morelos”. Correspondía al inicio de la gestión de Graco Ramírez como gobernador de Morelos. Quise otorgar el beneficio de la duda y ansié el éxito de la nueva administración, esta vez con un gobierno postulado por el progresismo encabezado por Andrés Manuel López Obrador, no sin reconocer las diferencias de orden político y personal entre ambos personajes. Mi propuesta fue en el sentido de que la mejor manera de hacer cumplir los compromisos de Graco era mediante la suma a sus acciones de gobierno, sin perder la actitud crítica, con lo cual ambas partes ganaban, pero principalmente ganaba el estado de Morelos. Infortunadamente la idea no cundió; los miembros de MORENA mantuvieron la actitud profiláctica de no acercarse al poder y, por su parte, Graco Ramírez, antes de que cantara el gallo, ya se había deslindado de López Obrador y retomado su actitud de atacarlo, como que jugando al papel de quedar bien con Peña Nieto, con la abyección que siempre caracterizó a su carrera política; no obstante que tanto la senaduría como la gubernatura las logró cobijado en el gran arrastre electoral de Andrés Manuel.

 

Graco, por sí mismo, nunca logró deshacerse del sambenito de no ser oriundo del Morelos, no obstante que operó para la reforma legal que eliminó tal requisito para ser candidato a gobernador. Tampoco pudo borrar la imagen de rijoso, muy marcada cuando la movilización que terminó en la renuncia de Carrillo Olea, de la cual se ostentó como el principal actor; pero también dentro de su propio partido, el PRD, en el que mantuvo pleito con demasiados actores. Son muchos los que le guardan cuentas pendientes a la espera de ser cobradas. Lejos de procurar la recomposición de su imagen y sus relaciones, Graco se empeñó en conservar las enemistades y golpearlas desde el poder. No es de extrañar, entonces, que el más mínimo pretexto sirviera para recibir una andanada de ataques, algunos de ellos merecidos.

 

Foto Graco y Peña

No obstante su afán servil para lograr el apoyo político y económico de Peña Nieto, el gobernador no dejó de ser lastimado por el PRI ni tampoco dispuso de recursos para cumplir sus mejores proyectos, aunque sí para los menos importantes, como es el caso del estadio de futbol de Zacatepec y los onerosos conciertos de artistas de talla internacional en los que, además, se acusa de una fuerte corrupción. Entre los escasos  recursos y la enorme incapacidad ejecutiva, muchos proyectos anunciados y hasta publicitados quedaron en el archivo de la frustración.

 

Especial mención merece el tema de la inseguridad y la violencia en el estado, problema no resuelto que lastima profundamente a la comunidad. Graco, irreflexivamente, ofreció resolverlo en 18 meses y, aunque no dudo que el tema haya merecido su mayor atención, no registra visos de solución. Las fosas comunes clandestinas de Tetelcingo y una acumulación de errores y pifias, hasta de posibles contubernios, son motivo del mayor repudio que la sociedad haya manifestado a gobernador alguno, Carrillo Olea incluido.

 

Son muchos los errores a su cuenta: la incorporación de familiares a las posiciones de gobierno, en particular la de su hijastro en la dirigencia del PRD a contrapelo de la militancia de su partido; su auto postulación como aspirante a la presidencia de la república en 2018 le colocó una diana en el pecho para que todo mundo le apuntara los golpes. El peor de todos fue el pleito con la rectoría de la universidad que, independientemente de la posible validez de las causas, fue operado con la prepotencia y el autoritarismo que le son característicos. El del Obispo es un pleito del oportunismo de la derecha contra el estado laico que, en todo caso, merecería el apoyo al gobernador.

 

Con estos antecedentes no resulta sorprendente que, en la elección intermedia su partido perdiera las principales posiciones y que, ahora, se haya desatado la más amplia y vigorosa movilización de la historia exigiendo su renuncia, lo que  lo tiene al borde de la defenestración por desaparición de los poderes, facultad del Senado. Él mismo se puso la soga al cuello.

 

Confieso que lamento enormemente la pérdida de la oportunidad que los progresistas tuvimos en Morelos. También confieso que me abstuve de participar en la movilización, no por apoyar a Graco, sino por la tremenda confusión de intereses que defiende, a los que me referiré en otra entrega.

 

 

gertdez777@gmail.com

 

 

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