Origen y solución del conflicto árabe-israelí

 

 

 

Juan Aurelio Grullón

Ciudad de México, 17 de mayo de 2021

Origen: Las escenas de guerra que se han observado en los días recientes sobre la zona de conflicto de medio oriente entre árabes e israelíes me han hecho recordar las de los años ochenta, cuando la primera intifada se representaba gráficamente con jóvenes lanzando piedras. El conflicto ha ido escalando sobre un pequeño territorio cuyo valor es más simbólico religioso que económico. El valor del territorio radica en que en el se encuentran ruinas y templos tanto de judíos, musulmanes, así como católicos. Ahí se encuentran la Ciudad de Jerusalén y Belem.

 

De acuerdo con la Biblia y el Talmud, el territorio fue prometido por Dios al pueblo de Israel cuando emigró de Egipto y después de pasar cuarenta años en el desierto del Sinaí. Esta es la justificación histórica de los judíos para reclamar un territorio que a su vez habían abandonado casi en su totalidad en los tiempos del Imperio Romano, en el siglo I.

 

Cuando cae el Imperio Romano, y surge además la religión musulmana, misma que se convierte en un símbolo de unión entre los pueblos árabes, el territorio de la disputa actual es ocupado en gran parte por los fieles de Mahoma, ya que en Jerusalén se encuentra la Cúpula de la Ascensión. Construido precisamente sobre las ruinas del segundo templo judío de Salomón, que había sido destruido por los romanos previamente, para borrar la cultura preexistente en la zona. Algo similar a la construcción de la catedral de México sobre el Templo Mayor.

 

Durante 20 siglos, los judíos fueron una nación sin territorio. Residían en ciudades de Europa y en algunos casos eran confinados en guetos, y aun cuando hubieran residido en ciertos países por generaciones eran vistos como extranjeros. A pesar de lo anterior, la nación judía ha aportado a la cultura, la ciencia, la economía y hasta en la política de numerosos países. En parte, por su condición de nación con asentamientos en numerosos países, desarrollaron la habilidad para comerciar internacionalmente, así como servir de intermediarios financieros, lo que les permitió en algunos casos convertirse en un sector prospero e influyente dentro de algunos estados, pero les acarreo fuertes envidias.

 

Un ejemplo de lo anterior, fueron las expulsiones de las que fueron objeto en lugares como lo que hoy es España, justo en los años previos a la conquista de América; así como los pogromos en Rusia, en el siglo XIX. Y el caso extremo, y que en gran medida nos coloca en el conflicto actual, fue el holocausto que ejecutaron los nazis sobre la nación judía durante la Segunda Guerra Mundial.

 

A finales del siglo XIX, surgió en Europa el movimiento sionista, cuyo propósito era recuperar para los judíos el territorio de palestina, donde se encuentra Jerusalén. La justificación religiosa se encuentra en sus sagradas escrituras, pero la histórica es muy debatible puesto que es un territorio que habían desocupado como nación por casi 20 siglos. La presencia de judíos en esa zona era ínfima en comparación con los musulmanes. Y esta es la clave del conflicto actual.

 

El territorio de Palestina formo parte del Imperio Otomano del siglo XVI al siglo XX, al finalizar la Primera Guerra Mundial los países vencedores se reparten los territorios del derrotado Imperio Otomano, quedando la zona de Medio Oriente bajo la influencia de Francia e Inglaterra, y la parte de Palestina bajo el mandato inglés. En este periodo y derivado de una crisis política en potencia el gobierno ingles promete por escrito a la nación judía que se le permitirá recuperar parte de Palestina.

 

Después de la Segunda Guerra Mundial y tras presenciar el horror de los campos de concentración y exterminio dirigidos por los nazis en contra del pueblo judío, la comunidad internacional, incluyendo el gobierno inglés, tuvieron que reconocer que era necesario un territorio, un país, un estado de Israel, que permitiera a su nación ser representada oficialmente en organismos como la recién formada Naciones Unidas.  

 

En este contexto, el gobierno ingles asigna oficialmente un territorio a los judíos dentro de Palestina. La idea era cumplir la promesa hecha 30 años antes y resarcir a la nación de Israel por el daño causado en siglos de itinerancia. Pero, lo que para los judíos es justicia, para los árabes que llevaban siglos en ese territorio es afrenta. Afrenta agravada por la presencia de símbolos religiosos en la zona. Aquí inicia el conflicto, que lleva numerosas guerras, levantamientos, intifadas, militarizaciones, ocupaciones, colonizaciones, mediaciones, reconocimiento oficial de capital en disputa, y lo que sigue.

 

Solución: Sabemos que él hubiera no existe, pero nos permite usar una perspectiva diferente a un conflicto actual, para buscar una solución. Volvamos al contexto entre la formación del movimiento sionista a finales del siglo XIX (Sion es sinónimo de Jerusalén, en hebreo) y la formación oficial del Estado de Israel en 1948. En este periodo, ya era tan evidente la necesidad de que la nación judía tuviera un territorio que hasta los mismos antisemitas de las naciones que se habían consolidado en los siglos XIX y XX, apoyaban dicha medida.

 

El propio fundador y representante oficial del sionismo, Theodor Herzl, reconocía que donde se creara el Estado de Israel se generarían conflictos con la población local, aunque se compraran las tierras, como de hecho lo habían intentado incluso con el Emperador Turco Otomano, de religión musulmana. Por lo cual, el mismo llego a mencionar a Argentina como un posible lugar para la creación del Estado de Israel.

 

A principios del siglo XX, la potencia mundial política y económicamente era el Imperio Británico, que incluía tierras en cuatro continentes, Europa, América, Asía, y África. Los Estados Unidos, era ya un gran país, con grandes territorios que apenas se habían incorporado como estados. Países como Alemania e Italia, hasta hace poco eran solo un conjunto de reinos con una cultura común, pero sin unidad política. Las fronteras de las potencias actuales todavía se estaban definiendo.

 

La comunidad judía en Estados Unidos creció a principios del siglo XX, por la gran migración desde las nuevas formaciones geopolíticas de Europa, que habían exacerbado el antisemitismo. La diáspora judía se dividió entre los que incitaban un regreso a las raíces judías, con una reocupación de territorios en palestina y el uso del idioma hebreo; y aquellos judíos liberales que proponían una integración a los países donde llegaran, incluso religiosa.

 

Los vínculos religiosos de la nación judía con palestina son incuestionables, pero en términos históricos, geográficos y poblacionales es evidente que hubo un desprendimiento. En los 14 siglos previos los árabes han dominado la región, y este hecho hace que la creación del Estado de Israel sea desde el punto de vista musulmán una injusticia, por lo que la zona ha quedado en desequilibrio político y ético.

 

Si bien Israel ha demostrado tener un ejercito eficaz y eficiente, sumado a un poderoso aliado como lo es EU, que le ha permitido salir bien librado de las guerras y con amplias ganancias territoriales, es evidente que el costo en términos de estabilidad para prosperar ha sido muy alto. La extensión actual del territorio de Israel es apenas superior a los 22,000 km cuadrados. No es un lugar rico en recursos naturales, inclusive es desértico, y su posición geográfica no acarrea ventajas económicas ni políticas.

 

Viendo en retrospectiva, lo mejor que hubieran hecho hace un siglo los líderes mundiales, era proponer una pequeña porción del territorio palestino con fronteras que ellos mismos se comprometían a proteger y respetar, y no ampliar como ha sucedido en los últimos 70 años, de forma que quedara un pequeño estado judío cercano a sus orígenes religiosos, pero sin pretender colonizar los territorios ya ocupados por la población local árabe musulmana y católica.

 

Adicionalmente, y considerando la importancia económica, cultural, científica y política creciente de la diáspora judía, se pudo ceder algún territorio despoblado de 10,000 o 20,000 km cuadrados, que hace cien años era fácil determinar dada la menor población de los países y que todavía las fronteras no estaban tan definidas como ahora.

 

Ejemplos de países pequeños y prósperos que han surgido en los últimos 70 años derivados de conflictos internos y de liberación son Taiwán (isla de 37,000 km2) y Singapur (islas con 790 km2), países que se han concentrado en el crecimiento económico basado en el comercio internacional y la tecnología, ya que no cuentan con grandes recursos naturales.

 

Todavía hoy, si los lideres mundiales se comprometieran a resolver el conflicto y con la mayor influencia de la comunidad judía en los sistemas políticos de las grandes naciones industrializadas y de países con amplios territorios aún despoblados, podría ofrecerse un territorio de 20,000 km2 (o dos de 10,000 km2) al Estado de Israel para cubrir su crecimiento poblacional. Serían considerados territorios de ultramar, como los que tiene Francia o EU. Dichos territorios tendrían el efecto secundario de calmar los temores de las naciones árabes que rodean Israel de ver crecer las fronteras del país judío a costa de las suyas.

 

Claro que dicho territorio no tendría porque ser gratuito, pero los ciudadanos israelíes tienen la capacidad para pagarlo y puedes resultarle mucho más económico que la actual carrera armamentista que solventan para contener a las naciones árabes que enfrentan.

 

Podría recuperarse la propuesta original del fundador del sionismo Herzl, y usar uno por ciento del territorio argentino, que tiene más de 2,500,000 de km2 y donde vive la quinta comunidad judía a nivel mundial, con 200,000 miembros. Actualmente, Argentina se encuentra en una situación de insolvencia financiera internacional, con una deuda de alrededor de 300,000 millones dólares (Aprox. 100 % del PIB), que para la comunidad judía internacional sería fácil cubrir a manera de compensación en un periodo de 20 años.

 

El embajador mexicano en la ONU, recientemente condeno la reacción de Israel a los ataques de Hamas, en la Franja de Gaza. Hay que entender todo el contexto y proponer soluciones. Para dar un ejemplo, el Estado de Chihuahua tiene 10 veces más territorio que Israel y la mitad de la población, con la ventaja de que tiene frontera internacional con Estados Unidos, la economía más grande del mundo y lugar de residencia de más de 5 millones de judíos. De hecho, en Chihuahua tienen a las comunidades menonitas desde hace 100 años. Hoy México podría proponer un acuerdo con Israel, ganándose el aprecio de una comunidad internacional cansada de un conflicto que ha involucrado numerosas naciones de diversas religiones, y donde se corre el riesgo de que en algún momento escale a un conflicto nuclear.

 

@OpinayDebate1

 

 

 

Sobre Juan Aurelio Grullón S 26 artículos
Mtro. Juan Aurelio Grullón S. Lic. en Economía (Mejor promedio de su generación); Becado y Egresado de la Maestría de Economía de El Colmex; y Maestría en Administración. Diplomado en Análisis y Evaluación Financiera por el Tec de Monterrey. Ha laborado en el Banco de México (1993-1996) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (2010-2015). Actualmente es docente. Ha sido tres veces campeón de tenis.

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