TODOS TERMINAN PERDIENDO (TTP)

Gerardo Fernández Casanova

Con una amplia sonrisa, desbordando euforia, el presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, celebró este pasado lunes la culminación del acuerdo entre los representantes de alto nivel de las naciones involucradas: el llamado Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés).

Menuda sorpresa; después de seis años de negociaciones secretas los secretarios de Economía o de Comercio parieron una especie de TLCAN ampliado, tanto geográfica como temáticamente, como si la experiencia respecto del instrumento original mereciera el beneficio de tal acrecentamiento. Sin ambages ni vergüenzas, Obama se jactó de que es un triunfo para su país el sacar a China del juego de la economía mundial y abrir mejores condiciones para la exportación de bienes y servicios “made in usa”.

Por su parte, un señor de nombre Ildefonso, que parece que es el secretario de Economía de México S. A., declaró que se abre una enorme ventana de oportunidad de negocios e inversiones extranjeras en el país, habiéndose logrado “equilibrar” las presiones en sectores sensibles (vaya Ud. a saber lo que esto significa). No obstante las reservas, La Jornada ha publicado filtraciones del contenido del referido acuerdo (que más parece atraco), incluso le dedicó el editorial de este miércoles; las otras pocas voces lo publican en el espacio de economía y finanzas y sólo hace eco de los parabienes del funcionario gubernamental.

 

 

No cuento con elementos objetivos para opinar sobre el contenido del TTP; recorrí varios sitios de Internet en su búsqueda con muy escasos resultados. Pero, por lo mismo, dispongo de elementos suficientes para considerarlo un atraco por la forma en que se ha venido negociando, de manera que los legislativos de los países involucrados quedan atados de manos y casi obligados a refrendarlo, incluyendo al de Estados Unidos. En la subjetividad infiero que si las cosas se hacen “en lo oscurito” es porque algo tiene de vergonzoso; con seguridad los pueblos (me refiero a los de otros países menos manipulados) se manifestarían en contra de las condiciones, seguramente ignominiosas, que se pactan. Es un franco atentado contra la democracia que se dice respetar.

 

Para México ha sido en extremo lesivo el TLCAN y peor lo será el nuevo TTP. Cuando la aprobación del primero, sólo algunas cuantas voces balbucearon ciertas reservas que quedaron ahogadas por la abrumadora propaganda salinista; ni las manos metimos; los partidos se quedaron pasmados, no obstante que entonces el asunto se ventiló ampliamente en la prensa. Hoy estamos ante el riesgo de repetir la historia, todavía ningún partido ha dicho “esta voz es mía”. Se esperan al cuarto para las doce para, entonces sí, a toro pasado, rasgarse las vestiduras y lamentar los hechos consumados.

 

Si esto se ha filtrado por lo menos desde hace un año, ya debiéramos tener conocimiento de las posturas de académicos y partidos políticos, aunque fuesen a título de advertencia. Los partidos políticos, aunque sólo sea MORENA, ya debieron de  haber convocado al debate interno para definir su posición al respecto. Nada hay de eso; en la oscuridad se dan por extraviados. El Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM incumple su cometido al no ofrecer con oportunidad luces y alternativas para medir las consecuencias posibles del multicitado acuerdo por el que todos terminan perdiendo (TTP).

 

Pero el caso, de por sí grave, no es más que otra muestra de algo que nos está haciendo mucho daño: la tremenda ignorancia respecto de las cosas que nos deben interesar a todos. Los que somos de la calle no tenemos quien nos ilustre ni nos advierta; luego salimos a protestar cuando el palo ya nos lo dieron. Me siento en completa indefensión.

 

Si MORENA pretende ser el partido de la recuperación del país, por lo menos  debe buscar la adhesión de la gente a sus postulados en casos concretos, como el que nos ocupa en esta ocasión, y convocar al debate entre los expertos que lleve a la toma de conciencia y de actitudes para la acción e invitarnos a ser, al menos, observadores en la discusión. La buena política se hace educando y nos hace mucha falta.

 

gerdez777@gmail.com

 

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