¿Debemos aplaudir que censuren a Trump?

 

 

Si hacen eso con el más poderoso del mundo,

qué garantías tenemos el resto

 

 

 

Iván Ureña

 

«Podré no estar de acuerdo con lo que dices,

pero defenderé hasta la muerte

tu derecho a decirlo».

Voltaire

 

Trump desde hace años hizo de las redes sociales uno de sus principales instrumentos de propaganda; sin embargo, en fechas recientes Twitter decidió que cuando alguna aseveración fuera imprecisa o una evidente mentira, la etiquetaría como engañosa.

 

Pero eso no amedrentó al empecinado político, que continuó con su muy peculiar estilo, descalificar sistemáticamente cualquier opinión que difiriese de su verdad, en este caso: que le robaron el triunfo en la elección de noviembre. Así, cada que el presidente de USA publicaba sobre el supuesto fraude, aparecía la frase, información engañosa.

 

 

En medio de esa polémica, el día 6 de enero se reunieron cientos de miles y desde la explanada pública de la Casa Blanca, El presidente de Estados Unidos exhortó a sus más férreos seguidores para que fueran a tomar el Capitolio e impedir que el Congreso certificara el triunfo del demócrata Biden, el resultado no se hizo esperar: ese recinto fue tomado por una turba envalentonada con un saldo de cinco muertos.

 

 

Hubo conmoción mundial. Twitter decidió suspender la cuenta de Donald Trump, de forma permanente, mientras que Facebook e Instagram temporalmente: ¡lo censuraron!

 

Desgraciadamente, la opinión sobre ese evidente acto de censura, estuvo más en función de las filias o fobias; algunos, incluso negaban que fuera censura y otros la aceptaban argumentado, que ese político había violado las reglas de Twitter, pero una vez que se revisan páginas y páginas con los criterios de esa empresa, se encuentra que podría haber violado sólo dos.

 

La primera es sobre la violencia, que textualmente dice: No puedes hacer amenazas violentas contra una persona o un grupo de personas. También prohibimos la glorificación de la violencia; sin embargo, Trump en su discurso dijo «Sé que todos los presentes pronto marcharán hacia el edificio del Capitolio para hacer oír sus voces de manera pacífica y patriótica» es decir, pidió hacerlo de forma pacífica. Así, que Independiente de lo bien o mal que nos pueda caer el personaje, no violentó esta regla, pero si aún el argumento no es lo suficientemente contundente, tenemos que la arenga, que desencadenó la toma del Capitolio y las muertes, fue de viva voz y no a través de la plataforma.

 

La segunda, política de integridad cívica, que incluye las votaciones y no publicar información engañosa, que la define como afirmaciones que podrían socavar la fe en el proceso en sí, como información no verificada sobre fraude electoral, manipulación de papeletas, recuento de votos o certificación de resultados electorales. De tal manera que pareciera que esta norma justificaba el actuar de la poderosa organización; sin embargo, la firma sabedora de lo polémico y complicado que resulta calificar una elección, generó un apartado adicional para explicar qué afirmaciones no incumplen y específicamente señala “no toda la información falsa sobre cuestiones políticas o procesos políticos constituye manipulación o interferencia” y va más allá, permite explícitamente contenido polarizante, tendencioso, hiperpartidista o que contiene puntos de vista controversiales sobre elecciones o cuestiones políticas.

 

Así, que después de una análisis detallado de las reglas de esta empresa, queda claro que Trump no las incumplió y sería una discusión de muchos matices si las mismas excepciones que la compañía indica se aplican a este político. Pero hay una verdad incontroversial, fue una elección muy atípica, con vaivenes, información contradictoria de los mismos conglomerados de la información que la misma noche de las elecciones daban con estupor y sorpresa que el republicano era casi el virtual ganador.

 

Como conclusión podríamos decir que no es un tema sencillo, nos deja múltiples reflexiones, hay mucho de doble moral en esas empresas de comunicación que hicieron millones de dólares con Trump y sus señalamientos y al final de su mandato lo censuran, se hubieran atrevido en medio de su mandato, si ese político no las hubiera acusado de estar del lado de los demócratas y ser abiertamente de izquierda tendrían otra reacción, se hace necesaria una legislación pública para que no quede a la total discrecionalidad de estos barones de la información a quién censura, con esos mismos criterios la actitud de AMLO que clamó fraude en la elección del 2006 se hubiese censurada.

 

Es claro que hubo censura, además, después de leer con detenimiento las reglas de la empresa se necesita mucha temeridad para afirmar que Trump las incumplió; pero más preocupante, las críticas vertidas en México contra AMLO por defender la libertad de expresión son resultado de posiciones políticas preconcebidas que de un análisis objetivo de lo que es la libertad de expresión y las consecuencias que una empresa privada decida según su interés y/o criterio a quién deja sin foro.

 

Por último, este año habrá elecciones en nuestro país y es muy posible que veamos acusaciones mutuas de fraude, ¿es correcto que esas empresas decidan a quién censura y a quién no?

 

 

Estimados lectores, gracias por sus opiniones.

 

 

Sobre Iván Ureña 301 artículos
Premio Nacional de Periodismo 2017. Premio Estatal de Periodismo Morelos 2012, empresario y maestro en Economía por el ITAM. Funcionario en Banobras, Hacienda y Secofi.

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