El optimismo como convocatoria

 

 

Gerardo Fernández Casanova

El pasado 1 de septiembre el Presidente López Obrador entregó al Congreso el paquete documental que contiene el informe sobre la situación de la administración pública federal, tal como lo dispone la Constitución. Por la mañana, en una reunión restringida por la precaución sanitaria, celebrada en el Palacio Nacional y difundida ampliamente por la radio y la televisión públicas así como por las redes sociales, AMLO expuso los motivos, los problemas y los alcances de la actividad gubernamental; en realidad se trató de un compendio ordenado de su labor informativa de todas las mañanas.

 

Obviamente el mensaje abordó el tema de la pandemia del COVID 19 y su secuela de dolor y pena; expresó su personal acompañamiento de pesar por los fallecidos y su gratitud y reconocimiento a la heroica labor del personal médico que salva vidas poniendo en riesgo la propia. Igualmente reconoció la eficacia del equipo científico que ha conducido la acción sanitaria pública ante la pandemia. Destacó la capacidad de respuesta para la oportuna ampliación de la capacidad hospitalaria, del equipamiento y del personal requeridos, a partir de un sistema de salud devastado por el afán privatizador neoliberal y del déficit de más de 250,000 profesionales de la salud registrado. El resultado satisfactorio se resume al constatar que no hubo quien requiriera tal atención que hubiese carecido de ella; igualmente destacó el hecho de que, en la comparación por número de habitantes, México registra un número de decesos menor al de países con mayor índice de desarrollo de América y Europa, esto como respuesta a la cauda de sus detractores que sólo comparan los números absolutos o alarman con una mortandad descontrolada, con el avieso y  frustrado objetivo de demeritar el esfuerzo gubernamental y de generar desconfianza en la población.  

 

En los mismos términos fue descrita la magnitud y la gravedad de la crisis económica provocada por el obligado paro de las actividades productivas, destacando la pérdida de empleos, más de un millón en el sector formal, y su enorme efecto negativo en el bienestar de las familias. El Presidente dio cuenta de la muy peculiar estrategia de mitigación y recuperación adoptada; diferente a las recomendaciones de los especialistas nacionales e internacionales, enfáticas en acudir al endeudamiento para el rescate de las empresas afectadas. López Obrador, con su proverbial empecinamiento, dispuso incrementar la dotación de recursos en numerario para los grupos más vulnerables con cargo a una mayor austeridad burocrática, bajo el criterio de que las grandes empresas cuentan con mayor acceso a recursos propios y de endeudamiento para afrontar la crisis. La apuesta es de doble propósito: por un lado confirmar la opción prioritaria por los pobres y, por el otro, el evitar un mayor desplome del mercado interno, con lo que se favorece a las empresas productoras. El cambio es de 180 grados, ahora el salvataje es de abajo hacia arriba, contrario a lo acostumbrado e insistentemente recomendado. No por ser novedoso va a ser necesariamente bueno, pero ante los fracasos de las vías tradicionales que sólo endeudaron al país y se enriqueció a los de por sí ricos, tiene sentido común la alternativa. Hay indicadores que alientan al optimismo por la recuperación de la economía; el Instituto de Estadísticas (órgano autónomo) informó de la reincorporación al trabajo de más de 7 millones de personas, mayormente al sector informal; el propio Presidente ofrece la cifra actualizada del IMSS que reporta casi 90 mil nuevas inscripciones de trabajadores: las tiendas de autoservicio reportan aumento de ventas cercanos al 9%; las remesas de los migrantes registran incremento de casi 10%; la balanza comercial registra un superávit histórico de 5 mil millones de dólares; la producción, exportación y consumo de alimentos aumentó; el peso se recuperó de $25 por dólar alcanzado en julio a $21.50 en esta semana; desde luego, el famoso Producto Interno Bruto, se redujo en 10% y no se contempla que mejore en el corto plazo. Bueno, pues parece que la economía real se mueve rápido en ascenso. Menos mal.

 

Durante la crisis no se detuvieron las obras de la refinación de petróleo, del Tren Maya, del Aeropuerto Felipe Ángeles, del Corredor Transístmico y del tren México a Toluca. Cada lunes se da cuenta de los avances de obra para conocimiento de la sociedad. Así lo incluyó el mensaje presidencial.

 

Sin desconocer la gravedad de las crisis, el Presidente cumple rigurosamente su papel de líder y convoca al optimismo que también es sumamente contagioso y vence al catastrofismo de los nostálgicos.

 

 

gerdez777@gmail.com

 

 

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