Le dan adiós a Pablo Larios en el Agustín “Coruco” Díaz

 

 

 

René Vega Giles

Entre aplausos, anécdotas y una convivencia eucarística en el estadio Agustín “Coruco” Díaz fue despedido uno de sus avecindados y considerado el mejor portero de la selección mexicana de futbol soccer, Pablo Larios Iwazaki.

 

Al reconstruido  y considerado templo de la “Selva Cañera” arribó la familia del cancerbero, amigos y algunos jugadores del épico equipo del Zacatepec, para decirle adiós o hasta luego al amigo.

 

El sol pegó a su máxima expresión en un estadio que ya no jugó Larios como portero de ese gran equipo que alguna ocasión fue base del seleccionado nacional, pero su recuerdo en las grandes atajadas es imborrable.

 

Como es imborrable de la memoria de los mexicanos los penales que atajó contra el poderoso equipo alemán en el viejo estadio de Monterrey, en un fuerte y peleado partido en aquel mundial de 1986.

 

Sin duda alguna hasta el “Harapos” Morales, desde California Estados Unidos, el Rito González y Marlón Dávila, como el mismo Ignacio Rodríguez, hoy recuerdan ese compañerismo sin envidia que hubo en el equipo de la Selva Cañera.

 

Hoy ya Pablo Larios Iwazaki acompaña al “Che” Carlos Turcato, su maestro y entrenador, desde algún lugar, para disfrutar los viejos tiempos de los cañeros del Zacatepec con su uniforme blanco y en su playera una franja verde con la “Z” en grande.

 

A Larios nadie le dijo adiós en el Agustín “Coruco” Díaz, porque será recordado como uno de los hombres que salieron al Cruz Azul a defender sus colores y, principalmente, los de una selección de futbol que causa pasión entre los mexicanos.

 

 

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