UN MÉXICO ALTERNATIVO

UN MÉXICO ALTERNATIVO

Gerardo Fernández Casanova

No es ni remotamente deseable, pero la realidad está dejando en claro que México ha sido tomado en propiedad por un pequeño y poderoso sector de la sociedad compuesto por los grandes capitalistas y la caterva de tecnócratas a su servicio. Para ello han seguido un proyecto perverso diseñado para ir aherrojando y colocando candados para someter y sujetar a la república, de manera de hacer casi imposible su liberación. El andamiaje legal, provisto por un Congreso incapaz y abyecto, aunado a compromisos externos derivados de reestructuraciones de la deuda y de tratados internacionales de libre comercio, hacen un conjunto intrincado que asegura su irreversibilidad. El estado se abstiene de su compromiso como garante de la felicidad del pueblo y se limita a ser el facilitador de la acumulación capitalista. La democracia se desvirtúa en un esquema de representación vano y en fórmulas electorales proclives a la defraudación, de manera de evitar el acceso al poder de alternativas nacionalistas contrarias a los designios de los dueños del poder, esto en un exceso de precauciones puesto que, en caso de darse, el proyecto alternativo estaría atado por los candados impuestos. Se trata, en resumen, de la vigencia de la empresa llamada México, Sociedad Anónima.

El resto del país, desde luego mayoritario, rumia su desgracia y la pérdida de expectativas. Muchos se conforman con la enajenación televisiva, otros emigran, algunos optan por el atajo de la criminalidad antisocial, todos ellos en una especie de respuesta pasiva ante el avasallamiento. Los hay que, en rechazo, se organizan para seguir intentando la transformación por la vía electoral y crean nuevos partidos, bajo el erróneo supuesto de que la única otra alternativa sería la violencia armada, a todas luces inviable. Descontados todos los anteriores queda un remanente social que se organiza y se manifiesta de muchas maneras para procurar la transformación de la realidad, sea en el ejercicio de presiones sobre el sistema desde la academia o desde organismos no gubernamentales de gestión, o sea en la puesta en práctica de un proyecto alternativo de nación por la vía de la democracia directa y autónoma. Vale la pena abundar en esta última.

 El Nuevo Proyecto de Nación, que fue el soporte conceptual de la campaña electoral de AMLO en el 2012, más allá de ser una propuesta de gobierno, apunta a la conformación de una nueva sociedad en que priven la solidaridad y la gestación del bien social por la participación de la gente. Es una alternativa diametralmente opuesta a la neoliberal que privilegia la competencia y el individualismo. Si bien no se logró que el proyecto triunfara en la elección, su contenido creador de la nueva sociedad está vigente e, incluso, con mayor exigencia ante el avance de la destrucción de la nación. Son muchas las actividades en que grupos o sectores sociales pueden ejercer la democracia directa para dotarse de instrumentos para progresar, sin depender necesariamente de la acción gubernamental y, en algunos casos, en contra de ella; por ejemplo en la procuración de la seguridad y el combate al crimen, como ya se ha venido registrando en varias entidades con mejores resultados.

El ejemplo más avanzado de la nueva sociedad lo están dando los zapatistas chiapanecos con sus Juntas de Buen Gobierno, conocidas como Caracoles. Marcos y los dirigentes del EZLN tuvieron buen tino a la hora de optar entre la línea extensiva de alcance nacional e internacional y la de intensificar su atención en la concreción de sus postulados en el ámbito de sus propias bases de apoyo. No sin el constante acoso político, oficial y oficioso, los Caracoles han venido experimentando una transformación afirmativa de su realidad, incluyendo la forma de gobernarse, la organización del trabajo colectivo, la educación idónea a la cultura propia, la salud, la alimentación, el vestido y la recreación. Quienes han acudido a las escuelitas zapatistas han constatado y se han sorprendido de sus avances y de su trascendencia. Es un muy valioso ejemplo, no para ser copiado, pero sí para ser imitado.

Hay un campo muy vasto para la autogestión en materia de producción y consumo de subsistencias, en lo que se ha dado en llamar Comercio Justo, por el que las comunidades producen lo que se consume y consumen lo que se produce, con una relación de intercambio caracterizada por la solidaridad y la equidad. En México se han registrado algunos avances en la materia, pero en Brasil ha cobrado auge esta fórmula de acción directa. Vale la pena conocerlos.

Tendremos que aplicarnos a aprender a ser esa nueva sociedad alternativa o resignarnos a ser colonia yanqui.

Correo electrónico: gerdez777@gmail.com

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