Francia rindió homenaje a Gilberto Bosques, el mexicano que desafió a los nazis

Yo acuso

Armando Vargas Mora

Apatzingán, Michoacán; 17 de Agosto de 2015.- En medio de la tremenda incredulidad y falta de confianza de los mexicanos, el presidente Enrique Peña Nieto se fue a Francia por las medallas. El pasado 15 de Julio recibió la Gran Medalla de la Ciudad de Marcella de manos del vicepresidente del senado, Jean- Claude Gaudin, en el acto se homenajeó al gran mexicano de estatura universal GILBERTO BOSQUES SALDÍVAR, develaron la placa que lleva su nombre La Plaza del Consejo Regional. Igualmente el presidente Francois Hollande dispuso el rostro del ilustre mexicano en un sello postal como agradecimiento a su labor por salvar la vida a muchos de los perseguidos.

Independientemente de que ese día, la fuga de Joaquín “el chapo” Guzmán, ocurrida tres días antes, ya le había echado a perder los aires de gloria y tal vez de los fines binacionales de su visita, aunque se anunciaron fabulosos acuerdos, lo cierto es que, lo más rescatable fue precisamente el merecido reconocimiento de uno de los hombres que más lustre le ha dado a México en toda su historia, por muchos ignorado, para otros desconocido pero que, se trata de un auténtico héroe.

El hombre que desafió a los nazis y al franquismo, nació el 20 de Julio de 1892 en Chiautla de Tapia, Puebla. En 1934, siendo diputado federal y presidente del congreso, respondió el primer informe del presidente Lázaro Cárdenas.

Uno de los mejores aciertos del General Cárdenas, fue que en 1939, en plena segunda guerra mundial y cuando la república española sucumbía ante el embate franquista, nombró a Don Gilberto Bosques Saldívar cónsul general en Paris. Era un momento sumamente delicado porque la Ciudad estaba a punto de ser tomada por los alemanes.

La historia consigna que su primera preocupación fue proteger a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero pronto se verían también beneficiados españoles,  judíos, franceses y libaneses. Los apoyó con pasaportes mexicanos. Igualmente nuestra historia señala que fue él el artífice en virtud de que, convenció al presidente Cárdenas para abrir las puertas de México a los republicanos españoles. La afluencia de refugiados que buscaban una visa mexicana fue inmensa. Don Gilberto Bosques alquiló dos castillos (el de Reynarde y el de Mondgrand) para convertirlos en centros de asilo mientras arreglaban su salida a México. Poco a poco fueron saliendo los exiliados que a la vez les ofrecía la nacionalidad mexicana para quienes así lo desearan.

Gilberto Bosques, como es lógico de suponer, tuvo que hacer frente al hostigamiento de las autoridades pro alemanas francesas, al espionaje de la Gestapo, al fascismo franquista y de la representación diplomática japonesa. La situación era sumamente  grave y peligrosa para la vida del mexicano y la de su familia , pero pudo más su vocación humanista, una verdadera gesta del diplomático. Las cosas se complicaron en vista de que era más difícil otorgarles visas a los judíos para sacarlos de Francia. Finalmente se rompieron las relaciones diplomáticas, el consulado fue tomado por tropas de la Gestapo alemana. Gilberto Bosques y su familia (su esposa María Luisa Monjarrez y sus tres hijos; Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán), junto con los miembros del consulado, 43 en total, fueron trasladados a Alemania y, violando las normas diplomáticas, se les recluyó en un hotel-prisión. La actitud de Don Gilberto Bosques ante un funcionario alemán fue inquebrantable: “Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros”. Esta fue la estatura de Gilberto Bosques, un hombre de talla universal, de un hombre genuino, de una sola pieza, que además fue embajador también en Portugal, Suecia y Cuba. También fue diputado federal en dos ocasiones, educador, periodista y escritor.

Gilberto Bosques Saldívar murió el 4 de Julio de 1995, cuando faltaban exactamente 16 días para que cumpliera 103 años, a las 5 de la mañana  ese gigantesco, bondadoso y noble corazón había dejado de latir. Había muerto físicamente, porque su ejemplo y su legado jamás morirán. Gilberto Bosques debe ser considerado héroe de verdad, un hombre con vocación de servir, no de servirse, el que con gusto, con voluntad e incluso con indudable heroísmo como apuntamos, arriesgó su propia vida y las de su familia, a cambio de salvar miles, se habla de 30 a 40 mil personas que llegaron a México en barcos, en calidad de refugiados.

A Gilberto Bosques Saldívar no se le ha dado la importancia histórica que significa, una hazaña inigualable y poco difundida, el hombre que desafió a los nazis y al fascismo franquista. El reconocimiento del gobierno francés hacia el héroe mexicano, es de lo más rescatable del reciente viaje del presidente Enrique Peña Nieto. Un reconocimiento a un justo entre los justos, a un hombre extraordinario por sus acciones extraordinarias.

En medio de tantas malas noticias en éste nuestro querido México, DON GILBERTO BOSQUES SALDÍVAR, así con mayúsculas, es un verdadero ejemplo de cómo deben comportarse los políticos desde su posición del poder público, con una honestidad a toda prueba ya que, las facturas de la época consignan hasta los biberones que compraba para los niños refugiados en uno de los castillos, en compañía de sus padres.

Armando Vargas Mora

Contador y analista político