INUNDACIÓN DE DEPORTADOS. EL RIESGO TRUMP

 

 

Gerardo Fernández Casanova

Es indudable que la migración hacia los Estados Unidos ha representado una válvula de escape para el muy injusto sistema económico mexicano; las remesas de los migrantes representan casi la mitad de los ingresos monetarios de los hogares del enorme sector de mexicanos en condiciones de pobreza y constituyen un factor de equilibrio de la balanza de pagos. El régimen, desde hace mucho en pleno deterioro, encuentra en la migración y las remesas una base artificial de sustentación. De ahí que, más que en otras naciones, el riesgo Trump tenga un significado de verdadero desastre, principalmente para quienes mantienen el modelo neoliberal depredador. El tema tiene muchas lecturas que vale la pena explorar.

 

Es preciso adelantar una premisa. El régimen adolece de una grave debilidad interior, producto de la ilegitimidad y la fraudulencia. En tal circunstancia, su vigencia obliga a una extremada dependencia del apoyo externo, principalmente del otorgado por el gobierno gringo, sin el cual serían impensables fraudes electorales como los registrados en 1988 y en 2006. No es simple retórica calificar de vendepatrias a los gobernantes de la era neoliberal, la obsecuencia a los intereses del exterior es su principal base de sustentación, ante la carencia de un sólido respaldo popular. La invitación a Trump es una expresión muy razonada de esta traidora realidad; siendo el invitado un extraño en el juego de la compraventa era necesario dárselo a conocer, al efecto de que atempere su expresión política antimexicana, a riesgo de provocar el resurgimiento de un vigoroso movimiento nacionalista en México, cosa que les ha costado más de treinta años en desarticular.

 

Si gana Trump y lleva a la práctica su afán de deportar a los indocumentados y evitar su ingreso, la consecuencia sería desastrosa para el régimen por el recrudecimiento de la pobreza y -espero que en tal caso así sea- la plena insurrección popular que cambie, de una vez por todas, el modelo depredador que nos agobia. Hay que tomar en cuenta que uno de los ingredientes que han desdibujado el sentimiento patriótico, además de la desilusión, ha sido la esperanza de muchos de poder emigrar al vecino país, por lo que lo que más temen es que llegue un gobernante progresista que pudiera disgustar al emperador.  Sin desconocer su costo social, tal vez nos sirva el empujón para lograr el verdadero cambio.

 

Trump amenaza con deshacer el Tratado de Libre Comercio (TLC) en términos de recuperar el empleo en su país, afectado por la relocalización de la planta industrial en busca de mano de obra barata. Si gana y puede cumplir su propósito, significará un alto costo social inmediato, en cuanto al sector de población ocupado en las empresas de maquila y la industria automotriz, pero también obligará, cambio de régimen mediante, a revitalizar la capacidad productiva doméstica actualmente avasallada por las importaciones y por la inversión extranjera privilegiada. Necesitaremos un gobierno de amplia base de apoyo interno para, en tal caso, negociar el desmantelamiento en condiciones parejas y evitar que nos corten las exportaciones pero nos mantengan las importaciones. Se requiere recuperar soberanía económica y política, en cuyo caso México resultará beneficiado en el mediano y largo plazo.

 

No desestimo la gravedad del riesgo Trump, pero no me confundo respecto de que las cosas serían buenas si ganara la Hillary; sin aspavientos ofensivos y alocados, la candidata demócrata nos ha sido muy perjudicial; con guante de seda nos ha apretado el dogal y ha consolidado la colonización del país. En campaña postula oponerse al nuevo TLC Plus, al igual que su marido lo hizo en su momento, pero lo apoyará y reforzará cuando se vuelva a instalar en la Casa Blanca. Por cierto, tómese nota que Obama ha deportado más indocumentados mexicanos que cualquier otro presidente gringo, no es bueno irse con la finta.

 

La verdad es que para México da lo mismo Chana que Juana. Lo importante es que despertemos de este sueño seductor y emprendamos la reconstrucción del país desde dentro, sin menoscabo de participar en otra globalización posible, que sea justa y que propicie una bonanza en lo sustancial, que no implique la depredación de la naturaleza ni la desnaturalización de la humanidad. Hace falta la convicción transformadora de la gran mayoría empobrecida. Hace falta patriotismo sin acarreos artificiales. Desde mi punto de vista nos hace falta que López Obrador gobierne a este país y que cuente con todo el respaldo popular.

 

gerdez777@gmail.com

 

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