PATRICIA. LA BIENPORTADA

Gerardo Fernández Casanova

Después del tremendo susto, la Patricia se compadeció y, muy comedida, bajó sus ímpetus hasta convertirse en una modesta tormenta tropical. Debo decir que su amenaza me ofreció, en un principio, la buscada oportunidad de formular un reconocimiento al gobierno federal y al señor Peña Nieto por una esmerada acción preventiva, con avisos oportunos y bastantes, con disposición de albergues y apoyos para los posibles afectados lo que, en efecto, se registró y no lo escatimo. Por fortuna el desvanecimiento de la amenaza no hizo necesaria la aplicación de las medidas preparadas. Hasta ahí el reconocimiento; luego de eso, la furia de la propaganda oficial desmedida arrasó con el efímero éxito de la acción de gobierno: Peña Nieto casi aparece como el que negoció con la Providencia para que amainara la tormenta; hace gala de una supuesta capacidad de convocar a la unidad de los mexicanos y se asume como el que convoca. Es una lástima que, por la deformación propagandística, un único caso de buena respuesta gubernamental degenere en cortina, en este caso de agua, con la intención de amainar la furia de la protesta social, cuya terquedad le resulta insoportable a la tecnocracia en el poder.

 

Otra tormenta cayó sobre Colima, la entidad más golpeada por Patricia en su ofensiva inicial. El Tribunal Federal Electoral (TFE) anuló la elección de gobernador por la comisión de ilícitos por funcionarios del gobierno local, de origen priísta, en beneficio del candidato de su partido, en atención al reclamo del candidato panista, debidamente comprobado. ¡Vaya –diría uno- al fin se respeta la democracia! Poco duró el gusto y el entusiasmo; baste rascar un poco para regresar a la realidad: el TFE sólo obedeció a la orden presidencial para la referida anulación. Bueno –diría otro– Peña tomó el camino de la democracia. Tampoco; sólo se trata de una vil maniobra en el tinglado de una oscura negociación entre el PRI y el PAN en torno al nombramiento de los nuevos ministros de la Suprema Corte; pronto lo comprobaremos con la designación de María del Carmen Alanís, actual magistrada del TEF, para tal investidura. Del desaseo del caso habla con claridad el hecho de que la elección de diputados no mereció el mismo tratamiento, no obstante registrar iguales ilícitos.

 

También en el ámbito de la Suprema Corte de Justicia, en el momento que esto escribo se está dando la discusión respecto del proyecto para declarar inconstitucionales los artículos de la Ley de Salud que dan soporte a la prohibición del consumo de mariguana con fines lúdicos o recreativos (de placer pues). La argumentación de sus promotores, adoptada por el Ministro ponente, es del todo válida: tal prohibición violenta la libertad individual, protegida por la Constitución, de hacer o consumir lo que la persona quiera, siempre que no afecte a terceros. El consumo individual del cannabis no representa daño alguno a terceros por lo que debiera ser despenalizado. Es el razonamiento fundamental e independiente de cualesquiera otros argumentos. Pero si de abundar se tratase, baste con mencionar el terrible fracaso y el altísimo costo en vidas y recursos del intento prohibicionista contra la mariguana. Es obvio que los menos interesados en que se les deje de perseguir son los mismos que actualmente son perseguidos: si deja de ser ilícita la mariguana dejará también de ser el fabuloso negocio que hoy significa. Ojalá que la razón impere sobre los intereses.

 

No sólo en Cuernavaca, también en Guatemala se cantan bien las rancheras. El comediante Jimmy Morales se alzó con el triunfo en las elecciones presidenciales del hermano y vecino país, que ha estado viviendo momentos de gran incertidumbre en los últimos meses. Hay quienes quieren ver en la destitución y encarcelamiento del presidente Otto Pérez y la elección de Morales una especie de Primavera Guatemalteca, al estilo de la árabe, por la que el pueblo actúa movido por el cansancio contra la endémica corrupción. No hay tal cosa; se trata simplemente de la batalla de unos corruptos contra otros corruptos por el dominio del gobierno; al pueblo únicamente le ha tocado el papel de mirar cómo hacen su teatrito y la corrupción sigue y sigue. En otro espacio escribiré sobre la nueva cruzada gringa contra la corrupción, tan válida como las que se emprendieron contra el comunismo, el terrorismo y las drogas, todas como viles mascaradas para afianzar su dominio hegemónico.

 

gerdez777@gmail.com

 

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