Una vez aprobada la ley de telecomunicaciones, el evento político de mayor significación de los últimos días fue la discusión y aprobación de las leyes secundarias en materia energética. Se llegó a decir que el evento de Mamá Rosa en la casa hogar de Zamora fue un distractor para que las leyes se aprobaran sin que nos diéramos cuenta. En realidad la investigación en torno a la señora Verduzco tenía más de 14 meses, pero aunque hubiese sido antier no tenía- y no tuvo- porque haber disminuido la atención sobre lo que sucedió en el Senado de la República. En el recinto de Reforma e Insurgentes durante 28 horas se discutieron los dictámenes de la ley de hidrocarburos y el de la industria eléctrica y se dijo que no hubo debate. Y ello sin contar las discusiones y los días, semanas incluso, en pleno mundial, que en comisiones se procesaron los dictámenes, que se habían redactado en la Secretaria de Energía, según el dicho de un senador. Que hayan colaborado en la redacción funcionarios del ejecutivo del sector no es extraño, si se trataba justamente de un proyecto del ejecutivo. Que se hayan redactado, revisado o analizado con el apoyo de abogados y de expertos en distintas sedes, tampoco es para espantarse. Las cartas siempre estuvieron sobre la mesa y los interesados pudimos seguir las discusiones de esas largas y tediosas horas a través del canal del Congreso.
Y hubo de todo. Desde acusaciones de vende patrias o de mentirosos a quienes estaban a favor de votar a favor o de contradictorios a quienes estaban en contra. Sobre la “ocupación temporal” de predios para la explotación de hidrocarburos, un senador del PAN dijo que era curioso que quienes estaban en contra del tema no lo estuvieron cuando se expropiaron predios populares para construir la autopista urbana de la ciudad de México que después se concesionó a una empresa española. Tirio y troyanos sabían de antemano cual iba a ser el resultado de las votaciones. Nadie se llamó a engaño. Incluso así lo reconocieron previamente los perredistas pero acudieron al debate, como corresponde en una democracia, incipiente y precaria, en la que hay mayorías y minorías. Y había queda dar el debate pensando no en el ahora sino en las elecciones del 2015. Ir en contra de este tipo de leyes, con muchas razones indiscutibles, aunque no todas, desde una perspectiva ideológica, es altamente rentable, y además era necesario para dejar testimonio de la posición que en este caso se asumía.
El gobierno tendrá costos políticos que sólo podrán reducirse en la medida que los objetivos buscados se logren y que se instrumenten adecuadamente. Estamos en un momento de incredulidad creciente y frente a un descrédito institucional como nunca antes. La auto denigración parece ser una constante. No nos creemos capaces de nada. El escenario de hidrocarburos no podría ser más complejo y los retos inmensos. De la producción de energía en México, el 20 % es merma en tanto que en los países de la OCDE es del 7%. Los costos de energía eléctrica para las empresas mexicanas son 80% superiores a los que pagan las estadounidenses. Nuestros vecinos aumentaron la producción de petróleo en 29 % en los últimos años. Nosotros la disminuimos en el mismo porcentaje. El tiempo apremia. Falta la aduana de la cámara de diputados y después un debate permanente en la calles con miras a los comicios del año que viene. Cualquiera que sea el rumbo que sea el país el que gane.
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